ALAS: Declaración

Baile Congreso ALAS2015

Declaración Final del XXX Congreso de ALAS 2015

 

Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS)

San José, Costa Rica, Diciembre 2015



Final Declaration of the 30th Congress of the Latin American Association of Sociology (ALAS) — English (ingles)
| Declaración Final del XXX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) — español (Spanish)
 
 
Reunidos en la Ciudad de San José, Costa Rica del 30 de noviembre al 5 de diciembre de 2015, más de 2,080 sociólogos y profesionales de diversas ramas de las ciencias sociales y las humanidades hemos analizado las problemáticas sociales, económicas, culturales y políticas de nuestra región, así como el entorno internacional en que éstas se presentan. Como resultado de éstos análisis durante la reunión en catorce conferencias magistrales, tres seminarios, la entrega de tres doctorados honoris causa, un ciclo de cine, una feria del libro, tres foros, sesenta y cinco paneles y treinta y dos grupos de trabajo, consideramos pertinente señalar que:

1. El mundo atraviesa por una severa crisis, que amenaza la estabilidad y la viabilidad de la vida de millones de seres humanos. Están en peligro también vegetales, plantas, animales, peces, el agua, la tierra y el aire que respiramos. La irresponsabilidad de empresas y gobiernos empeñados en guerras de intervención que ellos mismos han alimentado nos ha puesto en una de las situaciones más adversas de la historia de la humanidad: la promoción de grupos armados irregulares, la venta incontrolada de armas, las amenazas constantes y los atentados contra poblaciones civiles desarmadas, la manipulación de los medios internacionales de comunicación, la denigración de poblaciones por causa de su origen étnico, religión y sus diferencias políticas y culturales con las grandes potencias, y una escandalosa y desenfrenada especulación con las principales fuentes de energía y los recursos estratégicos de todos los continentes. Éstas son algunas de las manifestaciones de esta grave amenaza.

A punto de provocar una guerra internacional de mayores dimensiones, las potencias evaden compromisos y búsquedas de acuerdos que permitan impedir la escalada de la violencia, así como la contención de riesgos mayores a la vida por la contaminación y el cambio climático. El uso intensivo de químicos altamente peligrosos en la agricultura y la industria, la extracción ilimitada de minerales, el derroche de energía y la promoción de un estilo de vida de las élites asociado al consumismo desenfrenado, al egoísmo y a la irresponsabilidad explican en gran parte lo que algunos han llamado una crisis civilizatoria.

2. Indiferentes ante el agravamiento de problemas de salud, ante la falta de medicamentos, de sistemas eficaces de salud pública, de prevención de riesgos y atención a desastres naturales, crisis epidemiológicas y proliferación de enfermedades controlables y/o curables; ciegos ante el crecimiento de la pobreza y la desigualdad, así como de la vulnerabilidad económica y financiera de la mayoría de los países del mundo; maquinadores de guerras, inseguridad y violencia promovida por bandas armadas, ejércitos y policías que cometen horrendos crímenes impunemente; y sordos frente al clamor de poblaciones que exigen poner fin a la especulación, la corrupción, el uso ilegal y fraudulento de recursos públicos, quienes dominan las decisiones sobre el gobierno, la política y la economía del planeta menosprecian leyes y acuerdos, vulneran disposiciones internacionales y atentan peligrosamente contra poblaciones en los más precarios niveles de supervivencia.

3. En nuestra región, la polarización alcanza niveles no vistos en los últimos quince años, y aún gobiernos que surgieron de elecciones democráticas y representaron una esperanza de cambio para sus pueblos enfrentan serias dificultades en condiciones de desgaste, ruptura de pactos o acuerdos políticos, confrontaciones estériles, desatención de políticas y programas para el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, y aún, agravamiento de presiones internacionales e internas por la revelación de casos graves de corrupción. Como prueba la historia latinoamericana, sin embargo, no son las elecciones el único o principal terreno en que deben dirimirse proyectos opuestos de país, sino en el de la búsqueda de la consolidación de mayorías sociales, políticas y culturales, capaces de tomar decisiones todos los días sobre los problemas fundamentales que atraviesan, lo que incluye las principales orientaciones de la política económica, las medidas que deben tomarse para mejorar las condiciones de vida, trabajo, salario, salud, alimentación, educación de la población más pobre; los programas que deben implementarse para garantizar el ejercicio de todos los derechos a tod@s, así como la erradicación de la violencia, y la preservación de la paz y de la libertad. Tenemos la convicción de que un gobierno verdaderamente fuerte no es aquél que aprovecha mayorías parlamentarias, disposición de recursos públicos o pactos inconfesables para garantizar su continuidad; tampoco tiene asegurada la prolongación de un mandato quien menosprecia o niega el derecho de sus opositores a intervenir en la vida pública y defender pacíficamente sus puntos de vista. Un gobierno que se compromete en verdad a cumplir con las aspiraciones de las mayorías está obligado a escuchar, debatir públicamente, buscar consensos. Nunca adquirirá carta de legitimidad el aplastamiento o la negación de las diferencias o la diversidad.

4. Es por eso que saludamos el esfuerzo que el gobierno de Cuba, luego de más de cincuenta años de bloqueo norteamericano, hace en beneficio de su pueblo al iniciar la concreción de acuerdos que conduzcan a la normalización de relaciones políticas, económicas y culturales con los Estados Unidos, sin renunciar a su soberanía y sin dejar de exigir compensaciones por los daños ocasionados por una política animada por la irracionalidad y el odio. Del mismo modo, reconocemos la integridad y valentía de quienes, aún en las más adversas circunstancias, continúan una difícil y aún riesgosa ruta de defensa de sus derechos, como lo han hecho los familiares de desaparecidos de las dictaduras y las guerras sucias en todo el continente; los movimientos de estudiantes y maestr@s en defensa del derecho a la educación. Apreciamos enormemente las iniciativas de quienes luchan contra los abusos de empresas extranjeras y los pactos fraudulentos de gobiernos para asegurar permisos, licencias e ilícitas ganancias; el valor de quienes se oponen de todas las formas posibles a la destrucción del medio ambiente y a la decadencia de la vida humana; la integridad de quienes defienden el derecho de libre tránsito y respeto a la dignidad de trabajadores migrantes; la persistente exigencia de quienes se oponen, en fin, a toda forma de violencia, en particular contra mujeres y jóvenes, y luchan por una paz justa y digna.

5. Estudiantes y profesionales de la sociología y las ciencias sociales reconocemos que es largo el camino por recorrer para comprender la dimensión profunda de los problemas sociales que enfrentan nuestros países, pero también, que mucho hemos aprendido del valor de la solidaridad y el compromiso del pensamiento crítico en favor de las mejores causas de los pueblos latinoamericanos. Nuestra fuerza es y seguirá siendo la historia, el ejemplo heroico de pueblos que no han cejado en la lucha por su dignidad y el camino que nos han marcado tantos y tantas vidas en resistencia contra las tiranías y en aprecio por los valores de la vida, de la verdad, de la empatía humana y de la solidaridad.

 

Imagen: Baile después del XXX Congreso de ALAS en la plaza de la vieja aduana, San José, Costa Rica, Diciembre 2015 (foto por el editor).
 

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